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lunes, 25 de febrero de 2013

Tomate de árbol y huertas urbanas

En la anterior entrada os hablaba de los tomates de árbol y de sus propiedades, hoy os los presento con esta foto:

Tomates de árbol, el pelado está listo para pasar por la licuadora

Este fin de semana he estado por el suroccidente de la ciudad, en la localidad de Kennedy, (llamada así  porque el primer plan de urbanismo de este barrio se hizo en 1961 con los créditos de la 'Alianza para el progreso', del gobierno norteamericano presidido por John F. Kennedy, que además visitó Bogotá ese mismo año. Tras su muerte, en 1963, los vecinos decidieron cambiar el nombre del barrio de "Ciudad Techo" a "Ciudad Kennedy"). 

Actualmente, este barrio de Bogotá, podría ser la cuarta o quinta ciudad más poblada del país, porque tiene casi dos millones de habitantes. Es una realidad totalmente diferente a lo que veo en mi día a día, tanto social como económicamente.
Ciudad Kennedy es una de las zonas receptoras de desplazados internos del país, que llegan a la capital porque la guerrilla o los paramilitares les han echado de sus localidades, por supuesto, porque viven en áreas donde la tierra es muy rica y contiene minerales o cultivos que resultan más rentables si se comercia o trafica con ellos. Colombia es, según datos de ACNUR, el segundo país del mundo con mayor número de desplazados internos, por detrás de Sudan.
En los últimos dos años, a este barrio está llegando un tipo de refugiados que no lo habían hecho antes, son la población afro-caribeña y afro-pacífica. Eso supone muchos cambios y nuevos escalones de discriminación dentro de la propia pobreza de los habitantes del barrio. Y, también la llegada de nuevos ritmos musicales y estilos de vida totalmente diferentes a los de la población campesina del interior del país, que era la mayoritaria.
El sábado asistí a una jornada de "huertas urbanas", promovida por el Centro Promoción y Cultura y la ONG alemana Diakonie, y que está dirigido a numerosas mujeres de Kennedy y de otras zonas, (también de estrato 1 y 2), como Soacha o el Class. El proyecto consiste en enseñar a las mujeres a cultivar sus propias huertas en sus terrazas, para ello los promotores les distribuyeron semillas, tierra de cultivo, depósitos para poder recoger la tan abundante agua de lluvia de esta ciudad y los maceteros. También han hecho varios seminarios y los trabajadores de las ONGs pasan por las casas para poder seguir la evolución de los cultivos.


Huerta en una terraza

Para muchas señoras beneficiarias del proyecto, poder recoger sus lechugas, tomates o cilantro es algo muy enriquecedor, puesto que a muchas les recuerda su vida en el campo; además, les permite ahorrar unos pesos en la compra, para ello a veces venden lo que recolectan a sus vecinas o simplemente hacen trueque.

Algo que me llamó la atención, escuchando los testimonios de las "agricultoras" es que cuando se trataba de señoras más mayores, para ellas era un alivio poder tener una actividad como cuidar sus huertas, también muchas resaltaban que esa tarea la habían asumido sus maridos, también ancianos y sin trabajo, de este modo se sentían "útiles". Es curioso lo de oírles decir que "así estaban ocupadas", con lo que han trabajado a lo largo de su vida y lo que les toca todavía, principalmente con sus nietos o cocinando para toda la "familia" o para toda la gente con la que comparten casa. Aquí definir "familia" no es sencillo, hay muchas modalidades.
En los diferentes talleres que hubo el sábado y, en los que tuve la suerte de participar, fue muy bonito escuchar los testimonios de estas señoras y también lo agradecidas que estaban todas por poder cultivar sus huertas. También hacían referencia a como trataban de involucrar a sus nietos para que aprendan a saber lo qué tardan las lechugas en crecer o cómo se puede aprovechar y reciclar tantos desperdicios que se generan en las casas. Algunas señoras tenían "lombrices" para ir haciendo el compost y humus; estaban encantadas porque se comían todo lo que les echaban, siendo la piel del banano lo que más les gustaba...
Como todas estas actividades, la mañana acabó con un buen almuerzo, con los productos que habían traído y puesto en común. En los proyectos de cooperación de aquí siempre suele haber una partida en el presupuesto para "refrigerios" , así por lo menos aseguran una buena comida a los participantes.
Una de las ideas del proyecto es que acaben siendo totalmente autónomas y de sus propias matas saquen las semillas para los siguientes cultivos.
A muchos os sonará lo más normal esto de tener un huerto, incluso a los que sois "urbanitas" y participáis en los huertos urbanos y cooperativas, pero aquí o en concreto en esa zona no es nada fácil tenerlo porque para ello hay que tener dinero para comprar semillas o la tierra y la "plata" no sobra, (a veces es inexistente), y si se tiene unos poquitos de pesos, hay una larga lista de prioridades que cubrir. Por ello, el darles una mano con el arranque es muy importante y, sobre todo, ayuda a enseñar a aprovechar recursos e incluso, como decía antes, puede generar una pequeña entrada de dinero.

lunes, 18 de febrero de 2013

Jugo de Lulo y primer mes

Cumplido el primer mes en Colombia, podemos hablar de que he adoptado algunas costumbres locales muy sabrosas... la afición los jugos. No desvelaré el arte en prepararlos, sólo diré que los que hago en casa me quedan buenísimos. (*Yo soy de la versión "en agua").
La suerte de vivir en un país caribeño o tropical, o como queráis llamarlo, es la cantidad de frutas exóticas y no que hay. Por eso, cada vez que visito la frutería, compro una fruta diferente y aprovecho a hablar con quién esté cerca para que me explique qué puedo hacer con esa fruta. Bueno, esta opción la adopté después de comprar "tomate de árbol" con la idea de preparar una ensalada con ellos, por suerte para los tomates en el momento antes de su sacrificio, una señora me dijo que eran para jugo. ¡uy! qué bueno está, además es una fuente de vitaminas A,B,C,E,F... y posee potasio, magnesio y fósforo entre otras cosas.
El objetivo es ir probando nuevos sabores semana tras semana, aunque como el nombre del blog indica, el de Lulo, (que tiene propiedades diuréticas, mucha vitamina C  y ayuda a regular las funciones digestivas e intestinales, necesario para los primeros días),es uno de mis favoritos y los que más se encuentran en los bares, donde por cierto "tomas" y no "bebes". 

Lulo, la textura de su piel es como si afeitaras
un melocotón y le quedara una pelusilla


Poco a poco os iré presentando frutas. Ahora os voy a contar un poquito cómo va por acá. 

La Bogotá en la que vivo es bastante diferente a la que conocí de hace casi cinco años; por ejemplo, aquel verano viví en el estrato 2 y ahora estoy en el 5-6. 
La ciudad se divide en estratos, del 1-6, siendo el 1 lo más pobre. En una mismo barrio pueden convivir varios estratos, sobre todo porque los barrios son muy grandes, pero no suele darse una misma "cuadra" en la que el 1 y el 6 estén separados por una calle. Bueno sí que hay un lugar por una colina donde están separados por una calle pero hay un muro, (tipo esos que tenemos por Ceuta-Melilla), así queda claro dónde está cada uno. Y, en función del estrato, pagas. Los impuestos, las tiendas, los servicios todo cambia si tienes plata o no. Una amiga colombiana me contaba que el 6 quedó bastante atrás, que hay zonas en el norte de la ciudad de las que se podría hablar del estrato 20, porque la brecha respecto al 1 es enorme y no para de aumentar. Los ricos son más ricos, los pobres más pobres y la escasa clase media se acerca más a los pobres que a los ricos.
Como decía, donde vivo es una zona "cara" y cuando hablo de esto es porque los precios de la mayoría de las cosas superan a los de España. Aunque, algo que no es caro en Bogotá es comer en restaurantes y si caminas un poquito encuentras menús bien ricos por unos 3€, teniendo en cuenta que los supermercados de por aquí parecen (en precio) al espacio gourmet de algún centro comercial español de triangulito verde, así que no es difícil irse a comer fuera...De todos modos, basta salir un poco de esta zona para encontrar mejores ofertas y precios, así que con la excusa una camina y camina y va descubriendo otros rincones. 
Tuve la suerte de llegar y conocer el verano, es decir, enero. Aunque las temperaturas y el clima de Bogotá no varían mucho, lo único que cambia es que llueve más o menos. Y cuando llueve, "llueve duro", sin bromas. Aunque eso es por esta parte de la ciudad porque los cerros hacen una barrera y traen corrientes, en el sur por ejemplo, (que debe de estar a unos 20km de distancia), no llueve ni tanto, ni siquiera cuando lo hace aquí, porque allí son otras las corrientes y el cerro con su curvatura frena las que vienen con agua del norte. Pero el veranito ya acabó, por supuesto, con algunos coloretes en mi cara, porque el sol a 2.640 mts quema y  hay que recordar ponerse siempre "bloqueador" solar. En las drogerías venden de hasta +90.. un amigo me dijo una vez que los laboratorios no habían alcanzado a investigar + 50... así que no sé qué pensar...
La dinámica meteorológica de estas semanas es: despejado por la mañana; a la hora de comer se empieza a nublar; de ahí en adelante puede ser que toque nadar por la calle o, simplemente, chispea un buen rato. Es cierto eso de que pueden hacer las cuatro estaciones en un día, por eso hay que salir con la mochila o el bolso cargado de paraguas, chaquetita, algo para el cuello, crema solar.. Y por la noche, depende, pero se puede llegar a ver la luna y las estrellas, desde aquí un poquito más cerca.