En la anterior entrada os hablaba de los tomates de árbol y de sus propiedades, hoy os los presento con esta foto:
Tomates de árbol, el pelado está listo para pasar por la licuadora |
Este fin de semana he estado por el suroccidente de la ciudad, en la localidad de Kennedy, (llamada así porque el primer plan de urbanismo de este barrio se hizo en 1961 con los créditos de la 'Alianza para el progreso', del gobierno norteamericano presidido por John F. Kennedy, que además visitó Bogotá ese mismo año. Tras su muerte, en 1963, los vecinos decidieron cambiar el nombre del barrio de "Ciudad Techo" a "Ciudad Kennedy").
Actualmente, este barrio de Bogotá, podría ser la cuarta o quinta ciudad más poblada del país, porque tiene casi dos millones de habitantes. Es una realidad totalmente diferente a lo que veo en mi día a día, tanto social como económicamente.
Ciudad Kennedy es una de las zonas receptoras de desplazados internos del país, que llegan a la capital porque la guerrilla o los paramilitares les han echado de sus localidades, por supuesto, porque viven en áreas donde la tierra es muy rica y contiene minerales o cultivos que resultan más rentables si se comercia o trafica con ellos. Colombia es, según datos de ACNUR, el segundo país del mundo con mayor número de desplazados internos, por detrás de Sudan.
En los últimos dos años, a este barrio está llegando un tipo de refugiados que no lo habían hecho antes, son la población afro-caribeña y afro-pacífica. Eso supone muchos cambios y nuevos escalones de discriminación dentro de la propia pobreza de los habitantes del barrio. Y, también la llegada de nuevos ritmos musicales y estilos de vida totalmente diferentes a los de la población campesina del interior del país, que era la mayoritaria.
El sábado asistí a una jornada de "huertas urbanas", promovida por el Centro Promoción y Cultura y la ONG alemana Diakonie, y que está dirigido a numerosas mujeres de Kennedy y de otras zonas, (también de estrato 1 y 2), como Soacha o el Class. El proyecto consiste en enseñar a las mujeres a cultivar sus propias huertas en sus terrazas, para ello los promotores les distribuyeron semillas, tierra de cultivo, depósitos para poder recoger la tan abundante agua de lluvia de esta ciudad y los maceteros. También han hecho varios seminarios y los trabajadores de las ONGs pasan por las casas para poder seguir la evolución de los cultivos.
Huerta en una terraza |
Para muchas señoras beneficiarias del proyecto, poder recoger sus lechugas, tomates o cilantro es algo muy enriquecedor, puesto que a muchas les recuerda su vida en el campo; además, les permite ahorrar unos pesos en la compra, para ello a veces venden lo que recolectan a sus vecinas o simplemente hacen trueque.
Algo que me llamó la atención, escuchando los testimonios de las "agricultoras" es que cuando se trataba de señoras más mayores, para ellas era un alivio poder tener una actividad como cuidar sus huertas, también muchas resaltaban que esa tarea la habían asumido sus maridos, también ancianos y sin trabajo, de este modo se sentían "útiles". Es curioso lo de oírles decir que "así estaban ocupadas", con lo que han trabajado a lo largo de su vida y lo que les toca todavía, principalmente con sus nietos o cocinando para toda la "familia" o para toda la gente con la que comparten casa. Aquí definir "familia" no es sencillo, hay muchas modalidades.
En los diferentes talleres que hubo el sábado y, en los que tuve la suerte de participar, fue muy bonito escuchar los testimonios de estas señoras y también lo agradecidas que estaban todas por poder cultivar sus huertas. También hacían referencia a como trataban de involucrar a sus nietos para que aprendan a saber lo qué tardan las lechugas en crecer o cómo se puede aprovechar y reciclar tantos desperdicios que se generan en las casas. Algunas señoras tenían "lombrices" para ir haciendo el compost y humus; estaban encantadas porque se comían todo lo que les echaban, siendo la piel del banano lo que más les gustaba...
Como todas estas actividades, la mañana acabó con un buen almuerzo, con los productos que habían traído y puesto en común. En los proyectos de cooperación de aquí siempre suele haber una partida en el presupuesto para "refrigerios" , así por lo menos aseguran una buena comida a los participantes.
Una de las ideas del proyecto es que acaben siendo totalmente autónomas y de sus propias matas saquen las semillas para los siguientes cultivos.
A muchos os sonará lo más normal esto de tener un huerto, incluso a los que sois "urbanitas" y participáis en los huertos urbanos y cooperativas, pero aquí o en concreto en esa zona no es nada fácil tenerlo porque para ello hay que tener dinero para comprar semillas o la tierra y la "plata" no sobra, (a veces es inexistente), y si se tiene unos poquitos de pesos, hay una larga lista de prioridades que cubrir. Por ello, el darles una mano con el arranque es muy importante y, sobre todo, ayuda a enseñar a aprovechar recursos e incluso, como decía antes, puede generar una pequeña entrada de dinero.
Como siempre, una lección de periodismo: social, económico, político...
ResponderEliminarLa duda es: ese tomate sabe a lo que conocemos como tomate?
noooo, este es dulzón y tiene un olor diferente
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